Gusano bobbit
Gusano bobbit
El gusano Bobbit (Eunice aphroditois) es un sigiloso depredador del fondo marino, que vive en mares templados y tropicales, desde el mar Mediterráneo hasta el mar del Japón. Su extraña cabeza está provista de cinco antenas y mandíbulas afiladas que se cierran como tijeras.
Tiene un cuerpo largo y delgado, de hasta tres metros, que entierra en el lecho marino. Su extraña cabeza, provista de cinco antenas y mandíbulas afiladas que se cierran como tijeras, sobresale de la superficie y espera pacientemente a su presa, a la que despedaza en cuestión de segundos y arrastra a su madriguera.
Los peces se sitúan sobre su madriguera y, en un comportamiento conocido en biología como mobbing o acoso, arrojan certeros chorros de agua por la boca, provocando la retirada del enemigo y abortando futuras emboscadas.
Un equipo de biólogos de la Universidad de Basilea ha observado de cerca a este terrible cazador y ha constatado un fascinante patrón de comportamiento en una de sus presas. Los biólogos Jose Lachat y Daniel Haag-Wackernagel, del Departamento de Biomedicina, han presenciado la estrategia defensiva del pez Scolopsis affinis ante el gusano Bobbit. Durante las observaciones, efectuadas en el estrecho de Lembeh (Indonesia), los peces de esta especie se alzan en armas cuando el anélido captura a uno de sus compañeros o simplemente ante la inmunda presencia del gusano: se sitúan sobre su madriguera y, en un comportamiento conocido en biología como mobbing o acoso, arrojan certeros chorros de agua por la boca, provocando la retirada del enemigo y abortando futuras emboscadas.
El bobbit, o Eunice aphroditois, es un impresionante poliqueto, del filo de los anélidos, una clase de seres vivos menos "evolucionados" que los insectos, pariente cercano de las lombrices, por ejemplo. Y, sin embargo, viéndolo acechar y atacar, cualquiera lo diría. Este gusano es capaz de aterrorizar al más pintado, pues da caza a animales más grandes que él.
Este bicho (que no insecto, ni artrópodo, pero sí gusano), ataca tan rápido y con tanta fuerza que, a veces, parte en dos a su presa, tras lo que arrastra las mitades al interior de su guarida para devorarlas poco a poco. Si no lo mata del impacto, además, le inyecta una toxina que atonta o, incluso, mata a la presa en el momento. Lo más macabro de todo es que, en ocasiones, la presa está todavía viva mientras el bobbit comienza a comérsela.
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